martes, 8 de junio de 2010

Reflexiones sobre la huelga de empleados públicos

Muy pocos profesores hacemos hoy huelga en mi centro educativo. Y, por lo que he ido oyendo, pocos van a ser los empleados públicos que sigan la huelga en otros lugares.
Algunos no hacen huelga porque están a favor de contribuir a reducir el déficit: esperan que así se "cree empleo". Todo mi respeto para ellos (aunque el planteamiento del Gobierno me parece una impostura). Pero la mayoría de los que no hacen huelga lo hacen sólo porque no quieren perder la parte correspondiente de salario y, además, están convencidos de que no serviría de nada.

 Durante una huelga de lechugeros, una piquetera increpa a los esquiroles, 1979. Autor de la fotografía: Len Lahman.
Fuente: La Jornada (México), "Tres poetas del mundo nahua contemporáneo"

Puede que no sirva de mucho. Pero sí sirve de algo: esta huelga es un mensaje al Gobierno. Y el mensaje que se va a oír es este: no nos importa que recortéis nuestros derechos laborales (retribución justa, negociación salarial), trabajar nos parece ya bastante privilegio; además, sabemos que no podemos hacer nada, que nada de lo que hagamos servirá, y no estamos dispuestos a ningún sacrificio estéril, por mínimo que sea el precio.
Los que hacemos huelga estamos enviando justo el mensaje contrario: pero se oirá con mucha menos intensidad, porque los otros son más.
En vista de esta actitud en un colectivo que no debe temer represalias por hacer huelga y para el que el coste resulta reducidísimo, en comparación con su alto nivel de ingresos, es decir, un colectivo que no debería dudar en secundar la huelga cuando hay motivos, como en este caso (la única reducción de salario de los empleados públicos en la historia de la España democrática), mi reflexión no puede ser sino de sumo pesimismo. Ya no hay duda, ante la desmovilización social, ante las aspiraciones de mera supervivencia, de gratitud ante el patrón que nos "hace el favor" de contratarnos, va a desaparecer con gran rapidez el Estado del Bienestar. Sin protestas: sobre el fondo de una sumisa rendición incondicional.
Ojalá me equivoque.
                     

2 comentarios:

  1. Desgraciadamente, no vas a equivocarte. Una vez más, como siempre, la clase social de los gobernantes brinda eufórica porque el pueblo al que explota es idiota e insolidario. Le deja hacer a su antojo. Ojalá la crisis continúe. Ojalá la crisis nos deje sin pan. A ver si seguimos siendo idiotas e insolidarios.

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  2. Creo (y espero) que no haga falta llegar hasta quedarnos sin pan. Porque sin pan tampoco se puede ser solidario. Los solidarios están en algún punto medio, entre la necesidad y el egoísmo.
    Por lo demás, esta vez (como tantas otras) estoy de acuerdo contigo.

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