El pasado fin de semana descubrí que una pareja de palomas había empezado a construir su nido en mi terraza. Palomas de ciudad, que se las habían apañado para buscar ramas, brotes de hierba crecidos en los tejados y otros materiales de desecho de forma homologada: trozos de cuerda, tiras de plástico, cables, fragmentos mestizos fuera de contexto.
He pensado que este incipiente nido urbano postmoderno podría usarse como metáfora de la cultura, o de la personalidad, en estos tiempos de duda, hiperinformación y desnortamiento: un esfuerzo de coherencia, de construir un lugar habitable, a partir de una colección de materiales heterogéneos.
(Llegó hasta mí la paloma sosteniendo una rama en el pico:
delatándose.
Espero, no sin remordimiento,
que hayan encontrado otro lugar mejor donde anidar.)