Ya había acuñado
el género plagio creativo
del que soy el pionero
a pesar de los muchos precedentes:
siempre fue denostado,
los críticos le negaron, así, toda condición de género literario;
pero era porque los textos aparecían
solo
bajo el amparo
de una firma,
lo cual no es el caso de los míos.
Pues ahora acabo de inventar el siguiente:
"colaboración invasiva",
hecho posible por el crecimiento del fenómeno blog.
(Y van dos.)
Fuente: Matías Sulzberger, "La esperanza tiene un nombre, Obama",
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