Las reglas, a pesar de considerarse injustas, pueden aceptarse, como el castigo al que se es acreedor al romperlas. Lo que suele resultar insoportable, y provocar la rebeldía, es la arbitrariedad. Cuando no hay reglas, la amenaza es continua, nadie puede considerarse a salvo.
Marco Cayo Curcio el Menor, comerciante de vino tinto de Mesina, senador, mártir del cristianismo perseguido por Nerón, obispo de Nápoles
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