domingo, 24 de enero de 2010

Breve ensayo sobre el surrealismo

Los surrealistas devolvieron la poesía a un siglo antilírico:
rompieron las anclas con la distancia que nos separa de las formas caducas
y recuperaron el sentimiento que late siempre en la auténtica poesía, tras la arquitectura de las palabras,


Óscar Domínguez, Los platillos volantes (1939)
Fuente: El Hábitat del Unicornio

exquisita sólo, la mayoría de las veces, según el canon de cada época
Si una generación prosaica, como la que vivió la Primera Guerra Mundial, podía llegar a separarse de la poesía
no era porque hubiera dejado, al fin, tras supremos desengaños, de ser poética,
sino que ahora era incapaz de comprender que forma parte
de la propia textura del mundo
la poesía: se alejaba de ella sólo porque
había dejado de ser poesía: era incapaz de conectar de modo sincero con los espíritus
amortajada por un ropaje retórico lleno de lugares comunes
ya ritual: mordaza lírica, ya incapaz de ofrecer
la absoluta libertad exigida al poema.
Véase, por ejemplo, Vicente Huidobro, Altazor, Canto III, versos 51 a 61:
"Poesía aún y poesía poesía
(...) Demasiada poesía
(...) Y todavía tiene [el poeta] barrotes en los ojos
El juego es juego y no plegaria infatigable
Sonrisa o risa y no lamparillas de pupila
Que ruedan de la aflicción hasta el océano"
Sencillamente enmudecedor.

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