sábado, 31 de marzo de 2018

T S Eliot - The Hollow Men (1925) (II)

Los hombres huecos han perdido su humanidad.


Es un tema antiguo: Gracián parece obsesionado por él en El Criticón (1651):

«Hallarás muy pocos hombres que lo sean: fieras, sí, y fieros también, horribles monstruos del mundo que no tienen más que el pellejo y todo lo demás borra, y así son hombres borrados». (Esto de los hombres borrados, con su doble sentido, me parece un gran hallazgo, pero no me atrevo a optar por esta palabra  para traducir «stuffed».)

«Todo el interior se les revolvió y mudó de suerte que no les quedó aquella substancia verdadera que antes tenían, sino que quedaron llenos de aire, rebutidos de borra».

«No topaban otro que tiendas de mercaderes, y muy a escuras. Unas vendían borra y más borra para hacer parecer, para suplir faltas, aun de las mismas personas; otras, cartones para hacer figuras».

«Los dominguillos de borra, los hombrecillos de paja, convertía en hombres de veras». (Lo de dominguillos también tiene su miga: eran muñecos que echaban a los toros para que los cornearan: así el respetable podía recrearse con algunas cogidas.)

«[Cabezas llenas] de borra, de enredos y mentiras. Rebútelas el mundo de su vanidad».

La cita de Eliot referida a Guy Fawkes no era baladí, dado que se trataba de un pelele destinado a arder para solaz del pueblo.


Tampoco la cita dedicada a Kurtz, que Conrad, en El corazón de las tinieblas (1899), retrató hueco por dentro:

«Creo que [la selva] le susurró cosas sobre sí mismo que desconocía, cosas que no había siquiera imaginado hasta que empezó a atender a los consejos de aquella enorme soledad. El susurro había resultado ser irresistiblemente fascinador. Resonó con fuerza en su interior porque por dentro estaba hueco…».