martes, 13 de octubre de 2009

Ágora (I)

Ayer estuve en el cine viendo Ágora, como el más de millón de espectadores que acudieron a su estreno en España este fin de semana. Me ha decepcionado.
Pero también ha habido algunas cosas que me han gustado, muestra de la maestría de Amenábar. Empezaré, para variar, por lo que sí que me ha gustado.





- La escena en la que los judíos encierran en una iglesia (probablemente una basílica) a los cristianos y les apedrean. Es muy desagradable, pero creo que tiene la virtud de retratar con toda crudeza la violencia con la que se recurría en la época al apedreamiento: el arma de los desarmados, del pueblo llano, pero también el arma con la que se aplicaban las sentencias a muerte, con la que el fanatismo castigaba las disidencias. Creo que esta película será recordada, en general, por sus escenas de apedreamiento, que son varias.
- La presencia de las moscas en todos los escenarios cotidianos: desde las habitaciones privadas de los palacios y mansiones hasta las plazas públicas, pasando por las pilas de cadáveres amontonados a las puertas de la ciudad tras una de las matanzas. Creo las moscas representan la pobreza material del momento, y retrotraen al espectador a una situación en la que la naturaleza estaba menos domesticada por la ciencia y la técnica, era más precaria la civilización. Amenábar gusta del simbolismo, y las moscas no pueden ser casuales.
Vale. Cuando tenga más tiempo comparto mis decepciones...

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