Pero también ha habido algunas cosas que me han gustado, muestra de la maestría de Amenábar. Empezaré, para variar, por lo que sí que me ha gustado.
- La escena en la que los judíos encierran en una iglesia (probablemente una basílica) a los cristianos y les apedrean. Es muy desagradable, pero creo que tiene la virtud de retratar con toda crudeza la violencia con la que se recurría en la época al apedreamiento: el arma de los desarmados, del pueblo llano, pero también el arma con la que se aplicaban las sentencias a muerte, con la que el fanatismo castigaba las disidencias. Creo que esta película será recordada, en general, por sus escenas de apedreamiento, que son varias.
- La presencia de las moscas en todos los escenarios cotidianos: desde las habitaciones privadas de los palacios y mansiones hasta las plazas públicas, pasando por las pilas de cadáveres amontonados a las puertas de la ciudad tras una de las matanzas. Creo las moscas representan la pobreza material del momento, y retrotraen al espectador a una situación en la que la naturaleza estaba menos domesticada por la ciencia y la técnica, era más precaria la civilización. Amenábar gusta del simbolismo, y las moscas no pueden ser casuales.
Vale. Cuando tenga más tiempo comparto mis decepciones...
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