domingo, 26 de septiembre de 2010

Suprema impotencia (29-S)

Ayer vi a Cándido Méndez, Secretario General de la Unión General de Trabajadores (UGT), en "La Noria", de Telecinco. Insistió en que una huelga general es un acto de grave, de gran trascendencia, que sólo se convoca en casos de extrema necesidad. Su sola presencia en los platós de la frivolidad atestigua la expectación generada por el conflicto (donde caben tanto el sadismo como el masoquismo y la pesadumbre).


Dejemos de frivolizar. La huelga general constituye una forma de soberanía activa, mucho más contundente que emitir el voto: por la ocupación del espacio físico, por el coste de tiempo y dinero para los participantes, y, también, debido a la siempre presente posibilidad de derivaciones violentas (aunque éstas no sean deseadas). Los trabajadores, la mayor parte de la población, están convocados el 29 de septiembre para expresar su unión frente al recorte de derechos laborales y, más aún, frente una forma de gobernar contra el pueblo. La huelga general reúne las condiciones de convertirse en una suerte de plebiscito; un plebiscito contra las contradicciones de un Gobierno que se dice socialdemócrata y sigue con fidelidad los dictados del liberalismo económico.
El desafío es muy grande: paralizar todo un país. El resultado de un seguimiento unánime sería demoledor: un mandato inequívoco emanado de la voluntad popular que deslegitimaría a nuestros actuales gobernantes.
No me hago ilusiones. Los comentarios, las encuestas,  el precedente de la fallida huelga de funcionarios, apuntan a un fracaso anunciado. En "La Noria" Cándido Méndez se esforzaba en repetir que ir a la huelga general no será inútil, porque en numerosas ocasiones ha obligado a los gobernantes a dar marcha atrás. Probablemente sabe que ahí se esconde la causa de la desmovilización: en el extendido convencimiento de que no se puede hacer nada para cambiar las cosas, y, por lo tanto, perder un día de sueldo sólo sería un sacrificio gratuito.
El más potente instrumento de participación en los asuntos públicos y la vida colectiva  del que disponen los trabajadores, dejado a un lado, no por falta de motivos, sino por desmotivación. Suprema impotencia.
                        

2 comentarios:

  1. Las razones por las que esta huelga será un fracaso son las que tú acabas de apuntar y otra importantísima: los sindicatos, mejor dicho, los sindicalistas ¡APESTAN!. Y la gente no quiere saber nada de ellos, porque no se siente representada (me incluyo, por supuesto).

    No te confundas, Jesús, los sindicatos no han convocado la huelga del miércoles en protesta por las medidas tomadas por el gobierno de Zapatero, que son absolutamente bárbaras, antisociales, antitrabajadores... No. Méndez y compañía van a hacer la huelga porque Zapatero y el resto de gobiernos autónomos amenazan a los sindicatos con recortes. Esa es la única razón de la huelga para ellos.

    Entonces, ¿qué hacer cuando odias al gobierno y a los sindicalistas? No puedes hacer nada. Además, como bien dices, nada va a cambiar. Se sentarán ambas partes y llegarán (o no) a un acuerdo solo para ellos. Nosotros estamos excluidos al principio, durante y después de la huelga.

    En conclusión, Zapatero, poco a poco, va a ir sacando de la crisis al gran capital a nuestra costa. Y méndez y cía., por su parte, seguirán viviendo otros 33 años del cuento. Digo 33 porque son los años que Méndez lleva sin trabajar, algo parecido a la mayoría de los liberados.

    P.S. ¿Cuánto cobraría el sindicado Méndez en La Noria?

    Tengo ganas de vomitar. Y no por el exceso de zurracapote en San Mateo.

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  2. Dejo una nota para que mis escasos fieles lectores que no frecuenten tu blog no piensen que no atiendo los comentarios (siéntanse libres).
    La nota dice:
    He contestado a Susana en su blog, donde ha escrito una entrada al hilo de sus propias reflexiones sobre ésta, citándome con gran amabilidad, como corresponde a la correcta etiqueta de la cortesía; lleva por delicioso título "El fracaso anunciado de la huelga 29-S". Genial, si piensas en toda la propaganda que están haciendo, recorriendo España en mítines para calentar el ambiente: sólo servirá para hacer más resonante el fracaso de la huelga general del 29-S.

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