viernes, 5 de febrero de 2010

Democracia auténtica, no más fraudes

Resulta habitual oír al prójimo echar pestes de quienes, en supuesta representación del pueblo soberano, ejercen el poder. Arrecian las quejas estos días cuando resulta evidente que el actual Gobierno rompe promesa tras promesa y se somete a los dictados del neoliberalismo, la nueva hegemonía.

No es un montaje: es un cartel de propaganda auténtico
(elecciones generales del 9 de marzo de 2008)


Yo también me he unido y uno al coro de improperios. Resulta frustrante en grado sumo la hipocresía de nuestros gobernantes; produce desaliento, impotencia y desolación. El motivo particular e inmediato de mi estado anímico actual es el proyecto de retrasar dos años la edad de jubilación: algo muy grave. Por cuanto supone deterioro de la calidad de vida, en un momento en el que uno debería disfrutar de un merecido descanso y disponer con libertad del propio tiempo. También porque se trata de una estafa: la pensión de jubilación, no lo olvidemos, forma parte de nuestro salario, y de tal modo cotizan para ella los empresarios., en lugar de darnos una mayor retribución inmediata. La medida constituye un recorte de derechos sociales, se mire por donde se mire. Y se avecinan, parece, otros, como el abaratamiento del despido para los jóvenes, anunciado hoy.
Otro de los eslóganes de la campaña electoral de 2008

La gente, por lo normal, sabe cómo funciona la política, y no se hace muchas ilusiones respecto a su poder de decisión. Estas líneas surgen de la indignación ante tal estado de cosas. Padecemos un rígido bipartidismo, y los controles a disposición de los ciudadanos, la capacidad de intervenir en la resolución de cuestiones trascendentales que afectan a su vida, su propio tiempo y bienestar, es limitadísima. Si el supuesto partido  mayoritario de izquierdas, rompiendo el programa con el que ganó las elecciones, pone en práctica políticas de derechas: ¿qué alternativa queda? Hoy por hoy sólo cabe una: la resignación. No me parece justo.
Llego al título de esta entrada: creo que resulta urgente reformar el sistema político para que entre en vigor una auténtica democracia. El asunto requiere reflexión, y probablemente le vaya dedicando más espacio en sucesivas entregas. De momento ahora apunto dos ideas:
1. Que quien ejerce un cargo público esté sujeto a un contrato legal que le comprometa a administrar los asuntos colectivos de acuerdo con el programa gracias al que ha sido elegido. Si incumple el contrato, que sea despedido. Y/o que acabe en la cárcel.
2. Que cada voto cuente lo mismo, independientemente de dónde se emita: una circunscripción única, nacional, como en las europeas, acabaría con el bipartidismo, su falta de auténtica representatividad y sus excesos.
Un último apunte a este airado post que se alarga demasiado. Recuerdo que la primera vez que Zapatero salió elegido sus propios seguidores, probablemente juventudes del partido, le gritaban: "No nos falles". La escena representa con fidelidad cuál es la situación de la democracia en estos momentos: seguimos dependiendo de la arbitraria voluntad del gobernante, como en tiempos del despotismo. Cuando no hay garantías, sólo queda confiar en la benevolencia de los poderosos. La democracia no puede ser esto.

Coda:
Como la pluralidad innecesaria de los entes debe evitarse, siguiendo el principio conocido como navaja de Occam añado aquí un par de enlaces a otros lugares que llevan más tiempo dedicándose a reivindicar una refundación de la democracia: para asegurar que tiene auténtico carácter de voluntad popular y otorgar al ciudadano un control efectivo sobre las decisiones públicas.

 Reforma Electoral - Este blog plantea, en principio, la necesidad de someter a debate el sistema electoral, y reivindica en particular una auténtica proporcionalidad del voto. La carencia de otras propuestas concretas lo convierte en un movimiento muy amplio y abierto, al que deberían unirse todos los auténticos demócratas.

Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional - Blog de Antonio García-Trevijano. Recomendable por la argumentación jurídica que hace de propuestas concretas y sencillas, cuya aplicación conduciría a un sistema representativo más abierto a la participación ciudadana y más transparente. Un aliciente: el MCRC renuncia a convertirse en partido político y a recibir ayudas del Estado, y anuncia su voluntad de disolverse una vez obtenido su objetivo, la Constitución Democrática de la III República Española. Considero discutibles las opiniones sobre otros asuntos políticos vertidas por miembros de MCRC, pero loable y necesaria la reinvindicación de base, relativa a refundar el sistema democrático.

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