martes, 19 de julio de 2011

Ellie Mae O’Hagan, “Los anarquistas también tienen libertades civiles”

El texto que sigue a continuación es traducción del artículo: Ellie Mae O'Hagan, “Anarchists have civil liberties too”, The Guardian (guardian.co.uk), Monday 2 May 2011 15.22 BST. El titular secundario con el que se publicó podría traducirse como: “El trato que los anarquistas reciben de la policía y los medios de comunicación evoca al mccartismo en su criminalización de una filosofía política legítima”.


Supuesto dirigente del Black Bloc mostrando su arsenal (¿dónde habrá aprendido a ser tan ordenado?), tras revelar de forma anónima un plan anarquista para irrumpir en la boda del Príncipe Guillermo.
Fuente: Peter Dominiczak, "Anarchists plot to wreck Prince William and Kate Middleton's wedding celebration", London Evening Standard, 8 de abril de 2011. La veracidad de esta información periodística queda refutada, de manera convincente, en Indymedia UK, "Moronic lies in the Evening Standard", 9 de abril de 2011.

Este artículo ha suscitado otro publicado recientemente en CNT, para cuya consulta remito al blog colectivo y experimental Los de abajo a la izquierda, "La caza de brujas de anarquistas". En la discusión que sigue a dicho post se encuentra el origen de la traducción que difundo, donde confluyen muchas de mis preocupaciones.



Ellie Mae O’Hagan, “Los anarquistas también tienen libertades civiles”
The Guardian (2 de mayo de 2011)


Qué tendrán en común Colin Ward, el último responsable de educación de la Town and Country Planning Association [Nota del traductor: Asociación para la Planificación Urbana y Rural. La Town and Country Planning Association es un think-tank británico que formula propuestas basadas en el desarrollo sostenible, la defensa del medio ambiente y la justicia social], y un okupa de Londres? Respuesta: los dos son anarquistas. O, más bien, los okupas han sido etiquetados como anarquistas por los medios de comunicación; Ward era anarquista por voluntad propia.
Es extraño pensar que una figura pública ampliamente respetada como Ward pudiera vincularse de modo notorio con el anarquismo, una tradición actualmente asociada con acciones como reventar la boda real o provocar destrozos en las tiendas de Oxford Street. Pero la verdad es que el anarquismo no es simplemente un sinómino de vandalismo. Es una filosofía política con gran número de seguidores - una que acoge personas con puntos de vista significativamente disímiles. Por lo tanto, Ward podía llamarse a sí mismo anarquista, a pesar de que dedicó la mayor parte de su vida a defender las cooperativas de arrendatarios y murió sin haber roto nunca una sola ventana.
El problema con la narrativa sobre la protesta que elaboran los medios de comunicación contemporáneos es que, en su negativa a entender los matices del anarquismo, emplean el término como un eufemismo de “peligroso”, “violento” o “malo”. Así, cuando el Telegraph informa de que 100 anarquistas enmascarados se han visto “frustrados” por los arrestos preventivos antes de la boda real, nos anima a emitir un juicio sobre los arrestados. Eran anarquistas, pensamos; ipso facto, deben merecérselo.

Imágenes del Zombie Wedding del Soho, convocado por el grupo anticapitalista Government of the Dead el día de la boda real, entre cuyos participantes se llevaron a cabo las detenciones de "anarquistas enmascarados"
Fuente: Demotix, "Zombie wedding gets broken up in Soho Square - London" (29 de abril de 2011)




Vídeo que muestra el "arresto preventivo", en su domicilio, de Chris Knight, de 68 años, profesor universitario de Antropología jubilado y líder del grupo anticapitalista Government of the Dead, junto con su compañera, Camilla Power, y Patrick Macroidan (disfrazado de verdugo), para impedir que los tres participaran en el Zombie Wedding del Soho (así cubrió la noticia The Telegraph; y así el Mail Online).

Los peligros de esta forma de pensar difícilmente necesitan ser explicados. Hay resabios de mccartismo en el modo en que el Estado está tratando actualmente a quienes percibe como una amenaza. Los potenciales anarquistas son intimidados y estigmatizados, y se les deniega la libertad sobre la base de nebulosas y casi orwellianas imputaciones. El manifestante Charlie Veitch, por ejemplo, fue arrestado “bajo sospecha de conspiración para causar daños públicos”, algo que aparentemente debería hacernos sentir aliviados – porque, de acuerdo con el Telegraph, se trata de un “conocido anarquista”. Aunque deberíamos ser cuidadosos para no exagerar el problema, debo admitir que encuentro paralelos entre las recientes acciones policiales y la condena que la senadora Margaret Chase Smith hizo del mccartismo. Ella sostuvo que dicha práctica inhibía fundamentalmente "el derecho a criticar; el derecho a sostener creencias impopulares; el derecho a protestar; el derecho al pensamiento independiente”.
Hay otros ejemplos recientes de presuntos anarquistas siendo víctimas de la actuación policial mccartista, en nombre, pretendidamente, de la seguridad nacional. En 2009, la policía francesa hizo redadas en el pequeño pueblo de Tarnac, incluida una granja en la que sólo había cabras, gallinas y verduras, creyendo que se trataba de una “célula terrorista anarquista”. El supuesto cabecilla, Julien Coupat, fue encarcelado durante seis meses a pesar de que un juez ordenó que se le pusiera en libertad. Esta decisión llevó a otros residentes de Tarnac a acusar a las autoridades francesas de fabricar “un enemigo interno”, y, al hacerlo, de etiquetar a todas las formas de manifestación y de activismo de izquierda como terrorismo anarquista. Coupat y sus amigos, como los supuestos anarquistas que fueron arrestados en casas okupadas la última semana, habían asistido a varias manifestaciones en oposición a las políticas gubernamentales de Francia y de los Estados Unidos.
La redada de Tarnac recuerda preocupantemente a la reciente redada policial en Transition Heathrow; una comunidad de base que describe su objetivo como la promoción de “lazos sociales verdes, vivos y eficaces”. Como en Tarnac, los 40 policías antidisturbios que irrumpieron en el lugar no encontraron nada sino verduras, gallinas y abejas. Los portavoces de Transition Heathrow comentaron: “Si todo lo que [la policía] quería era venir de visita, simplemente podrían haberse quitado los uniformes y les habríamos hecho la visita completa. Habrían podido incluso tomar una taza de té”.
Hay muy pocas personas en este país que desaprueben la respuesta policial frente a los crímenes. Pero la decisión de criminalizar una filosofía política vira peligrosamente hacia la criminalización del pensamiento; y una sociedad que usa estas tácticas no puede ser llamada por más tiempo civilizada. Si verdaderamente valoramos las libertades civiles, deberíamos cuestionar el uso peyorativo de la palabra “anarquista” porque la alternativa, a juzgar por los acontecimiento recientes, es que la policía la use como una porra con la que golpearnos.

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