lunes, 20 de enero de 2014

Javier Cámara, actor y maestro, en mi insti

Javier Cámara visitó mi actual instituto, el IES Batalla de Clavijo de Logroño, el pasado 9 de enero. Vino a dar una charla a los alumnos de Bachillerato de Artes Escénicas. Desde entonces me apetecía escribir una breve reseña sobre lo que nos contó.


Me gustó su charla, que resultó maratoniana, de más de hora y media, pero no decayó en interés ni intensidad. Supo captar la atención de los alumnos, sobre todo, por su sinceridad y cercanía. Y les transmitió un mensaje de aliento: dominar el arte de interpretar es difícil, requiere mucho esfuerzo, pero sobre todo voluntad. Si te gusta hacer algo, hazlo. Es la única manera de alcanzar las propias aspiraciones.

 Los alumnos preguntaron, principalmente, consejos para llegar a vivir del teatro/cine/televisión o la música. Y, en sus respuestas, les animó con el ejemplo de sus varios fracasos, incluidos algunos episodios de miedo escénico, a los que supo sobreponerse sin hundirse. Lo más importante es creer en uno mismo y trabajar con empeño.

Repito que me gustó conocer en persona a Javier Cámara, y también la forma en que motivó a los jóvenes que le escuchaban. Al acabar la conferencia muchos se acercaron a estar con él y seguir hablando. Y en las dos siguientes horas, en las que, según me contaron, se quedó en las cercanías del instituto, varios alumnos decidieron acompañarle, para seguir aprendiendo, en lugar de acudir a las aulas e incorporarse a la rutina académica. Ofreció pasión sincera y recogió entusiasmo.

Pero no puedo evitar una reflexión un tanto lúgubre: la mayor parte de los que se encontraban en el público, a pesar de su ilusión, no podrán vivir como actores o músicos profesionales. Es imposible, con las actuales reglas del mercado. Y lo saben; de ahí la insistencia en preguntar sobre la clave del éxito. 

Como apuntan Bauman y Zizek, la tendencia capitalismo global es que cada vez un mayor porcentaje de trabajadores, sobre todo entre los jóvenes, no sean meros desempleados temporales, sino, simplemente, inempleables permanentes, brazos y cerebros condenados a la ociosidad forzosa. Resulta muy injusto que se pierda tanta creatividad.

No quiero esta sociedad, sino una en la que no sólo todos dispongan de un mínimo material (lo que se pretende cubrir, hoy en día, al acceder a un puesto de trabajo), sino también todos puedan realizar su vocación, sea la que sea. Una sociedad en la que todos compartamos el trabajo, porque hay muchas necesidades que cubrir, y todos disfrutemos de un dilatado tiempo de ocio para cultivar el propio talento o disfrutar de aquellos que desean compartir el suyo.

El capitalismo es destructivo, desperdicia los recursos naturales y los recursos humanos. ¿Cuantos lamentarían realmente su desaparición?

No hay comentarios:

Publicar un comentario