jueves, 14 de julio de 2011

Cosas para pobres

Últimamente he tenido tres malas experiencias por comprar cosas baratas en el Simply. Productos no sólo de mala calidad, sino directamente incomestibles, imposibles de utilizar: un jamón muy barato que estaba lleno de ternillas y sebo, unas salchichas a punto de caducar que se hincharon en el envase cuando las tenía en el frigorífico y un Rioja reserva muy barato que estaba picado. Pero no conseguí sentirme estafado: lo asumí deportivamente, como si el bajo precio implicara en sí mismo una eventual inservilidad. Lo terrorífico es que quizás alguien se ve forzado a consumir estas mercancías, más asequibles.


Y me he puesto a pensar en el progresivo empobrecimiento de los españoles. La población bajo el umbral de la pobreza aumenta en España: según datos de Eurostat, de ocho millones en 2003 (un 19% de los habitantes) hemos pasado a nueve millones en 2009 (un 19,5% de los habitantes), y no creo que la situación en 2011 haya mejorado, sino más bien al contrario (los datos corresponden a la serie "At-risk-of-poverty rates by age and gender", cruzada con las cifras de población, "Total population"; a esta última tabla no se puede acceder directamente y el árbol de opciones tarda en cargar).
Lo dicen las estadísticas, y podemos percibirlo en nuestra vida cotidiana. Los bienes y servicios para pobres, de peor calidad, pero baratos, crecen en importancia. Y aumenta el clasismo: la aceptación de grandes diferencias sociales en la calidad de vida. España va camino de convertirse en un país de pobres. Habrá que prepararse para tener menos cosas, peores y, además, con todo lo relativamente baratas que sean, costeadas con más esfuerzo (es decir, habrá que destinar una mayor parte de los ingresos a cubrir las necesidades básicas).
Creo que esta situación queda muy bien reflejada en el capítulo 100 de Futurama (el capítulo 12 de la 6ª temporada, versión original subtitulada cortesía de Series Yonkis), del que proceden las capturas que ilustran esta entrada (salvo cuando se especifica lo contrario).


Ya sabíamos, por anteriores capítulos, que los mutantes (seres humanos de deformidad monstruosa, tras haber quedado expuestos a residuos tóxicos) deben vivir exiliados en las cloacas de Nueva Nueva York, excluidos de la sociedad de la superficie. En las cloacas han erigido su propia comunidad, y, entre los propios residuos tóxicos y los desechos de la sociedad superior, se reproducen. Como digo, todo esto ya lo sabíamos: la propia Leela es hija de mutantes, aunque ha conseguido vivir en la superficie burlando la ley.

 


Pues en este capítulo 100, "The mutants are revolting" (que puede significar tanto "Los mutantes son repulsivos" como "Los mutantes se rebelan") nos enteramos de que los mutantes, además, trabajan para las personas de la superficie, gestionando la eliminación de las aguas residuales y desperdicios y ocupándose del mantenimiento de la red de conductos y alcantarillas. Es más, cabe deducir incluso que el trabajo en contacto con los residuos en las alcantarillas fue en un principio, precisamente, la causa de que aparecieran los primeros mutantes.
Para aprender los oficios que desempeñan, los mutantes cuentan con su propia universidad, sufragada por la fundación benéfica de una multimillonaria de la superficie. (Dicho sea de paso, esta multimillonaria, que pertenece a la más "alta sociedad" de la superficie, tiene a su servicio al Alcalde de Nueva Nueva York, que obedece todas sus órdenes.)


Como vemos, la universidad de las cloacas es una universidad "basura" que ofrece "educación inferior", en vez de "educación superior".

 
El capítulo de Futurama hace referencias explícitas a la lucha por los derechos civiles, contra la discriminación y segregación racial, desarrollada en Estados Unidos en los años cincuenta y sesenta. Pero también recrea la película Metrópolis (1927), de Fritz Lang. (Así comienza el resumen del argumento que ofrece Wikipedia, donde he descubierto, de paso, que ésta es una de las películas declaradas por la UNESCO "Memoria del Mundo": "En una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior"). Los mutantes, en las cloacas, se encargan de accionar su propia "Máquina Corazón", que en este caso bombea aguas residuales procedentes de la superficie.



La marginación no se debe a diferencias "raciales": es el resultado físico de diferencias económicas, que crean una dinámica de exclusión social. Aceptada por todos: tanto en la superficie, de modo paternal, como en el mundo subterráneo, de modo resignado.

Acabo con otro ejemplo sobre los distintos estándares de vida arriba y abajo, que es el asunto con el que empezaba.
  

El gag se refiere a la cadena de supermercados estadounidense Safeway.

2 comentarios:

  1. Jesus quizas estas ante las puertas del 3º mundo, del inframundo, o como quieras llamarlo, yo le llamo: El Mundo. pero humildemente te digo, no te apenes, creeme que seras parte de la mayoria del mundo, y aunque sea extraño, tal vez comiences por sentirte un poco mejor despues de todo, porque sabes, este es el lado correcto. se que estoy pecando de sobervio al decirte esto. se que te podran indignar mis palabras, primero porque no soy nadie, segundo, porque nadie quiere que su pais caiga, o que haya mas pobreza.
    pero es que tal vez ya no sea una cuestion de paises, hay todo un mundo que vivimos en la pobreza, y no es el 10%, ni el 20%.
    We Are The World!

    La pobreza puede ser injusta, pero nunca es indigna, se Vive y se Sufre, y se Aprende de ella mas que de mil bibliotecas, aunque lo mas dificil es saber estar siempre a su altura, como con el amor, como con la muerte, como con la vida.

    No te apenes Jesus! We Are The World!

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  2. Hola, Hipolito. Como siempre, celebro tu visita. Ante todo, quiero aclararte que probablemente mis lamentos sobre la mala suerte que he tenido buscando gangas en el supermercado Simply te hayan inducido a pensar que padezco estrecheces. En realidad, nada me fuerza a ello, y ahora voy a un supermercado mejor, el Eroski. ¿Por qué iba al otro? Está más cerca. ¿Por qué pruebo a veces cosas baratas? Por si acaso resultan ser productos de calidad aceptable, por curiosidad y por el error de asociar acríticamente ahorro con buena administración.
    No me siento en un tris de ingresar en ese Mundo del que hablas. Y, sin embargo, de algún modo hago todo lo posible para que ese Mundo se trage al otro y haga uno solo: un planeta de personas. Lo que hace falta es fraternidad y solidaridad, para contribuir a rehabilitar la confianza en sí mismos de quienes viven en la pobreza y, junto a ellos, hacer valer su dignidad.
    Y que sepas que, aunque no seas nadie, aprecia tus palabras quien, al fin y al cabo, también es Nemo.
    Cariñosos recuerdos,
    Jesús

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