lunes, 2 de enero de 2012

La Edad de Oro (Quijote libertario)


Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.

Lucas Cranach el Viejo, La Edad de Oro (1530)
Fuente: Wikipedia 


Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. (...) Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de los que ahora se usan (...) No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen (...).

Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, Primera parte,
Capítulo XI:7, pp. 76-77, según la edición de Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo (2005) 

A pesar de la ironía en escoger las bellotas como el "dulce y sazonado fruto" deparado a los hombres por la prodigalidad de la tierra en la Edad de Oro, este fragmento constituye sin duda una de las claves del Quijote libertario.
Una anécdota puede probarlo. En septiembre de 1871, Anselmo Lorenzo asistió a la Conferencia de la Asociación Internacional de Trabajadores celebrada en Londres, en calidad de delegado de la Federación de la Regional Española. El día de su llegada a la capital de Inglaterra, se alojó en casa de Carlos Marx, del que recibió una cálida acogida. Tras una grata velada en la que mantuvo animada conversación con el cabeza de familia, al día siguiente tuvo ocasión de departir con la mayor de sus hijas, Laura Marx. Y de entre todos los pasajes del Quijote, eligió leer para ella el discurso sobre la Edad de Oro que el caballero andante dirigió a los estupefactos cabreros.

Laura Marx con su marido Paul Lafarge (1870)
Fuente: Marxist Internet Archive, Imágenes de la familia Marx

A la mañana siguiente fui presentado a las hijas de Marx y después a varios delegados y personajes que se presentaron, y me ocurrieron dos incidentes que relataré y que recuerdo con especial complacencia. La hija mayor, joven de hermosura ideal, incomprensible para mí por no tener semejanza con nada de cuanto respecto a hermosura femenina había visto hasta entonces, conocía el español, aunque, como su padre, pronunciaba mal, y me tomó por su cuenta para que le leyera algo por gusto de oír la pronunciación correcta; me llevó a la biblioteca, que era grande y atestada de volúmenes, y de un armario dedicado a la literatura española tomó dos libros, uno el Quijote, otro colección de dramas de Calderón; del primero leí el discurso de D. Quijote a los cabreros, y del otro aquellas tiradas de versos grandilocuentes y sonoros de La Vida es sueño, reconocidos como joyas del idioma español y concepciones sublimes del pensamiento humano. La explicación que intenté para hacer resaltar los primores de fondo y de forma resultó inútil, porque mi joven y hermosa interlocutora tenía ilustración y delicadeza sobrada para el caso, como lo demostró añadiendo a mi exposición muchas otras consideraciones oportunas y atinadas que jamás se me habían ocurrido.

Anselmo Lorenzo, El proletariado militante, Primera parte (1901), pp. 209-210 ,
cortesía de memorialibertaria.org
                      

2 comentarios:

  1. ¡Ya te ha costado hablar de Anselmo Lorenzo! Pero ha merecido la pena. Me encanta la ANÉCDOTA histórico-literaria.

    Dicho lo cual, como el poder (opinión pública) se entere de que el Quijote es revolucionario y de que quienes más y mejor lo difundieron por el mundo fueron los comunistas, arrancando los tópicos, lo declaran panfleto 15M y lo hacen desaparecer del curriculum, colocando en su lugar lecturas de los contertulios de Intereconomía. "Cervantes marxista", "Cervantes perroflauta"... Ya lo estoy viendo.

    P.S. ¿Sabes que la última idea cinematográfica de Fernando Fernán Gómez antes de su muerte fue la de realizar e interpretar una película sobre Anselmo Lorenzo? Lástima que no vivió un añito más. Creo recordar que barajaba como título "Tierra de los padres", por la cita:

    “¡Patria, patria; tierra de los padres! ¡Qué burla más sangrienta para el hombre despojado de la tierra, de casa, de ciencia; privado de higiene; falto de educación; reducido al salario y forzado aún a ser defensor y sayón de sus dominadores!” (Anselmo Lorenzo)

    Imagínatela en la voz de Fernán Gómez y en pantalla grande.

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  2. ¡Qué bueno lo de "Cervantes perroflauta". Hubiera sido un buen título para la entrada...
    Anselmo Lorenzo, Fernán Gómez: humanistas, patriarcas libertarios.
    Este blog, entre otras ventajas, me permite oír tus gratas palabras.

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