No esperéis una reflexión trascendente: sólo doy cuenta del resultado de una travesura. Ayer, por fin, me registré en Facebook. En el apartado familiares se me ocurrió escribir "padre: Dios". Cuál no sería mi sorpresa cuando se abrió una ventana con el siguiente mensaje:
"Introduce la dirección de correo elecrónico de Dios. Dios recibirá una
invitación para hacerse amigo(a) tuyo en Facebook y confirmar tu
solicitud de familia".
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