miércoles, 30 de septiembre de 2009

Lapsus linguae (I)

La educación, o más bien el deterioro efectivo del proceso de enseñanza y aprendizaje, está en el centro de los debates de actualidad política e informativa. Hasta el mismo Ministro de Interior nos ha dado un motivo para reflexionar. El pasado 16 de septiembre dijo en el Congreso de los Diputados que los jueces y la policía no persiguían al Partido Popular, sino que había más detenidos entre sus filas porque proporcionalmente hay más corruptos. Y usó la siguiente analogía para ilustrar su afirmación: "(...) Hay más casos de hombres en la cárcel que mujeres. Y es verdad que cabe formular una teoría por la cual la Policía y la Guardia Civil son homófobos, pero también hay otra forma de explicarlo: que los hombres delinquen más". [Fuente: Europa Press.]

El oficio de historiador

Hay momentos, momentos de convulsión, también de crisis, en que los historiadores nos encontramos obligados a justificar nuestra profesión. Uno de estos momentos fue la Segunda Guerra Mundial, de cuyo comienzo, la invasión de Polonia un 1 de septiembre, se recuerda este mes que acaba el 70 aniversario. Fue entonces cuando Marc Bloch, francés y judío, escribió, bajo la ocupación alemana y como miembro activo de la resistencia, Apología para la Historia o el oficio de historiador (1942).


[Pueden descargarlo íntegro en español (pdf) a través de 4shared; también está disponible en Google Libros la versión inglesa, The historian's craft].

Tal vez inútil

Inauguro este blog con una explicación sobre el título. Está inspirado en una de las frases de La cantante calva, obra de teatro de Eugene Ionesco. En concreto, en este fragmento de diálogo:
"Sr. Martin: Cuando uno se resfría hay que ponerse condecoraciones. 
Sr. Smith: Es una precaución inútil, pero absolutamente necesaria".
Como se ve, mi gusto por el absurdo, la paradoja y el surrealismo han sido responsables de mi elección.


       Obra de Preiswert Arbeitskollegen (Escuela de Trabajo No Alienado)

Otra razón, que el título podría describir todas mis vocaciones y ocupaciones profesionales: la investigación histórica, la enseñanza, una intermitente creatividad literaria. En tercer lugar, la conciencia de que las palabras de cabecera pueden con facilitad tornarse profecía: la gran cantidad de blogs que inundan internet hace cada vez más difícil ser escuchado entre el "ruido informativo" (o divagativo). El autor debe asumir, desde un principio, que su destino bien podría ser el de pasar desapercibido.¿Hasta que punto este blog, mis palabras, en suma, son dignas de ocupar tu tiempo? Por mi parte, prometo ser breve, preciso, ir al grano, no enrollarme, vamos. Hacer textos cortos, que cueste poco leer (y escribir).

A cambio os pido un compromiso: dudad, someted a crítica todas las certezas.